Transcripción |
Dark Side Of The Mode
Conocíamos a Depeche Mode por sus sólidos montajes
electro-pop y por su sentido de la puesta en escena.
Nunca habíamos imaginado que detrás de esta imagen
apacible se tramaba también una tragedia: la lenta
decadencia de Dave Gahan, icono a pesar suyo y cantante
junkie a la deriva. Coincidiendo con la salida de Ultra,
en cantante de Depeche Mode revisa con una impresionante
honestidad su trayectoria pesadillesca.
No recuerdo nada de los primeros seis meses de la
grabación del disco. La mayor parte del tiempo ni
siquiera estaba presente en los estudios. Estaba en mi
casa, en Los Angeles, o en una cura de desintoxicación
en una de las numerosas clínicas californianas que tuve
el privilegio de visitar recientemente... Creo que tenía
una vaga idea de que el trabajo avanzaba, y también era
conciente de que estaba frenando a Depeche Mode. Cuando
terminaron con la grabación de las partes musicales, los
otros no hacían más que dar vueltas por el estudio, y
eso los ponía locos. Pero no me llamaban ni mostraban
ninguna señal de impaciencia. Dejaban que me las
arreglara solo con mis problemas con la droga. De hecho,
recibí muy poco apoyo de Depeche Mode durante las horas
más terribles de mi crisis. Como si hubieran subestimado
lo que me estaba pasando. "Cuando termine con sus
pelotudeces va a venir a cantar sus partes." (se hecha a
reír)... Martin y Fletcher eligieron vivir como si
no me hubiera pasado nada grave y entiendo que hayan
elegido esa opción, aunque me parezca cobarde, estúpida.
De todas maneras, yo estoy todo blindado: soy una
verdadera roca.
¿Te preocupás por sus propias dificultades: la
fragilidad nerviosa de Fletcher, los problemas de salud
de Martin Gore?
Al revés que ellos, no tengo miedo de decir que la vida
en el seno de un grupo como Depeche Mode puede traer
consigo cosas horrendas, espantosas. No podés pasarte
tantos años haciendo este trabajo, sin duda el más
pueril y pretencioso del mundo, y construirte un
carácter equilibrado, saludable. Suelo comparar a
Depeche Mode con un monstruo, una bestia potente capaz
de transforma a la gente, de corroer los espíritus.
Martin y Fletcher sin duda tienen la impresión de ser
gente normal, protegidos de los problemas causados por
el éxito. Yo no.
¿Que efecto tuvieron con tus dificultades con las
drogas en el funcionamiento del grupo?
Lo que quedó patas para arriba -de manera más bien
silenciosa y discreta- fue nuestro pequeño confort
burgués. Durante años, Depeche Mode funcionó sin que
nunca se cuestionara nada. Era un asunto que marchaba
bien, un pequeño negocio rentable, con sus reglas, sus
acuerdos internos. Y de pronto todo se vio despedazado
por lo que pasó en mi vida privada. Después del disco
Violator, probablemente la época en que las drogas
comenzaron a dominar mi vida, nuestras pequeñas reglas
fueron puestas a prueba. A partir de ese momento fue
necesario hablarse, debatir, planificarlo todo según mi
estado de salud. De pronto, nadie creía en Depeche Mode.
Nos creíamos incapaces de mantenernos productivos
durante ese estado de crisis, no le veíamos salida. El
equilibrio íntimo del grupo estaba roto, el barco hacía
agua por todas partes. Hubiera bastado que uno de
nosotros perdiera pie para que todo el resto se hundiera
con él. Eso demuestra que Depeche Mode ya no era un
edificio sólido, preparado contra los golpes, sino que
nos habíamos convertido en una vieja maquina oxidada,
lista para pasar a mejor vida. Creo que necesitábamos
una buena patada en el culo. Y tengo la sensación de que
en el curso de los dos últimos años Depeche Mode
progresó más que en una década. Fue necesario que yo
estuviera a un par de centímetros de la muerte para que
llegáramos a esto. No necesito ninguna excusa para
explicar lo que hice, asumo totalmente la
responsabilidad de mis errores. Pero paralelamente me
gustaría implicar al resto de los miembros del grupo en
mi historia. Quiero hacerles entrar en la cabeza que sin
estos dos años de caos, a la deriva, indudablemente
Depeche Mode hoy no existiría más.
¿Los lazos que unen a los miembros del grupo son tan
fuertes como antes?
Tal vez sean menos intensos, pero más adultos. Como si
nos despertáramos después de dormir diez años; como s de
un día para otro nos volviéramos extraños y dejáramos de
conocernos. Nos observamos mutuamente, manteniéndonos un
poco a la defensiva. Nos decimos que los otros
envejecieron súbitamente, que estamos muy lejos de la
época en que formamos el grupo, cuando éramos chicos, en
Basildon. Parece como si estuviéramos en una playa
desierta después de una enorme tormenta. Es a la vez el
momento del balance y el momento en que nos decimos que
construirlo todo. Pero por el lado artístico, nos
sentimos mucho más motivados. Nos decimos que no tenemos
derecho a estancarnos después de este tipo de
renacimiento.
Generalmente, a los grupos que están en su posición
se les reprocha no correr ningún riesgo y apostar
únicamente por sus viejos logros. ¿Pensaban en eso antes
de grabar Ultra, su décimo disco?
Lo que la gente no entiende es que los grupos como el
nuestro están mal ubicados como para identificar o
analizar esos pretendidos logros, esas recetas que se
supone que cada vez volvemos a utilizar. La única cosa
de la que estoy seguro es que la mayor fuerza de Depeche
Mode siempre estuvo en la unión de mi vos con las
canciones de Martin Gore. Depeche Mode es eso: ese
matrimonio, ese encuentro.
Y no se puede hacer nada contra ese tipo de alquimia
física. Fue ella la que nos permitió atravesar la
crisis. Si no, el grupo me hubiera echado hace bastante
tiempo por mis problemas con las drogas. Mientras Martin
y yo estemos en el grupo, el sonido de Depeche Mode será
siempre el mismo. Pero soy conciente de los límites de
un funcionamiento artista, egoísta. Estoy seguro de que
nuestra forma de escribir y de grabar se resistió mucho
por nuestra obsesión por mantenernos independientes.
Durante mucho tiempo pensamos que éramos más fuertes que
el resto de la gente, que nadie más que Depeche Mode
sería capaz de poner en escena la música de Depeche Mode.
Fue necesaria la explosión de la escena dance y de todas
las posibilidades del remix para que abriéramos las
puertas de nuestra casa. Para mí, son esas dos
explosiones -la que destruyó mi vida privada y la que
redefinió el trabajo de producción- las que le
permitieron a un grupo como el nuestro, envejecido,
esclerótico, reconstruirse sobre bases saludables.
El riesgo pasaría entonces por la apertura a otros
sonidos, a otras músicas. Pero ahíexiste otro riesgo, el
de caer en forma de conformismo: la opción de remixarlo
todo, la excusa del trabajo en grupo.
En eso hay un autentico peligro: le das las llaves de tu
casa a un remixador y después, dos meses más tarde, te
das cuenta que acaba de hacer exactamente el mismo
trabajo para otros tres grupos. Para evitar eso, me
gustaría invitar a gente menos común que los eternos
especialistas tecno. Me encantaría trabajar con Billy
Corgan o volver a hacer algo con Butch Vig, que ya
produjo In Your Room. Tengo mucho miedo de caer
en el cartel del modernismo dance, limitado y peligroso.
Pero para grabar Ultra era necesario correr el
riesgo de compartir. Así que construimos un verdadero
equipo alrededor de Tim Simenon, delegando algunas
partes del trabajo. Escuchamos mucho, cuestionaos una
serie de ideas que teníamos, aceptamos sugerencias que
venían de afuera. Es así como se evoluciona: basta con
mirar a U2 con Brian Eno y Flood. Veo muchos puntos en
comun entre U2 y nosotros. Para los dos grupos lo más
importante es antes que nada destruir para volver a
construir.
¿Sentís que estas en un grupo que progresa?
Yo veo las cosas desde adentro. sé que trabajamos muy
duro para progresar. Pero puede que esté completamente
ciego en cuanto a nuestra imagen pública -después de
todo, no sería el primer de un grupo de rock incapaz de
ver lo que está sucediendo a su alrededor. Ignoro si
pertenecemos a un movimiento, si hay grupos que
reivindican nuestra influencia. Probablemente sé menos
de Depeche Mode que un pibe que nos descubrió el año
pasado.
Para situar al grupo, ¿nunca tuviste la tentación de
escuchar tus primeros discos o consultar los libros que
hablan de ustedes?
No, yo vivo al día. Eso es verdad tanto para Depeche
Mode como en mi vida: nada de remordimientos por el
pasado, nada de promesas para el futuro. Sólo ese
inapresiable sentimiento de estar vivo ahora... Hay
gente que quiere que yo sea capaz de jurar que voy a
seguir vivo dentro de cinco años, que voy a ser un buen
padre de familia. Pero soy incapaz de prometer nada,
proyectarme al futuro me pone loco. Empecé a meterme en
las drogas por eso, porque me sentía todo el tiempo
vijilado y juzgado. Para escapar de esa presión de lo
cotidiano, del juicio social. Quería hacer otra cosa,
ser otra cosa, yo no quería ser considerado como una
persona responsable, adulta. Sentirme libre, al margen
de los otros y de su mirada. Y hoy quieren meterme de
nuevo en ese molde. Por más que yo grite que necesito
que me dejen un poco más de tiempo, las presiones se
vuelven cada vez más pesadas. ero no tengo la menor
intención de volver al lugar de donde vengo.
¿Sentís que esa historia era inevitable?
Mi problema con las drogas no empezó ayer. Empecé a
flirtear con el hasch y con las anfetaminas cuando tenía
12 años, después probé cocaína a los 14. Así que sabía a
qué atenerme, me había preparado mentalmente durante
años para esa de decadencia. Antes de llegar a la
sobredosis, es como un largo descenso al infierno,
peldaño a peldaño. En mi caso, mi liberación llegó al
final de siente años de heroína. Necesité siete años
para que la droga acabara mi salud y me dejara
definitivamente tirado en el suelo. Antes de eso, la
decadencia fue larga y viciosa. En la vida diaria, nunca
llegás a tener la impresión de estar hundiéndote. Tu
cuerpo está tan habituado a vivir con la droga que
cuando te la inyectás, no pasa nada espectacular, solo
esa vaga sensación de estar en tu estado normal. Sobre
el final, en Los Angeles, ya no podía ocultar nada. No
tenía forma de disimular nada frente a mis amigos, mi
madre o los miembros de Depeche Mode -que seguían
trabajando sin mí. Solo en los días que precedieron a mi
última sobredosis tomé conciencia de lo que me estaba
pasando. Entonces supe o que me moría o que dejaba la
droga por completo. Había llegado a prepararme mezclas
de coca y de heroína, porque por separado, ya no tenían
ningún efecto sobre mi cuerpo. Esa mezcla se llama
red rum. Un nombre que también se puede leer de
atrás para adelante.
¿Tomaste vos solo la decisión de dejar la droga?
Era incapaz de hacerlo. Ya lo había intentado una media
docena de veces -a pedido de mi madre, de mi ex mujer,
de mi hijo de cinco años e incluso a pedido del grupo
hace tres o cuatro años-, pero todas las veces me había
ido del centro de desintoxicación antes de terminar el
tratamiento. Mi problema siempre fue la plata: a los
otros junkies les cuesta bastante procurársela, siempre
están tratando de conseguirla, mientras que yo podía
pegarme la mejor droga del mundo con un simple chasquido
de dedos. Me bastaba con volver a la calle y cinco
minutos más tarde gastaba miles de dólares en heroína.
Por más que me prohibieran ver a mi hijo Jack, eso no
cambiaba nada en mi problema. No me importaba nada más
en mi vida. La única salida para un junkie en la dase
terminal como yo es una orden judicial. Eso fue lo que
me salvó. Mi última sobredosis tuvo lugar en un hotel de
Hollywood -tenía tanto miedo de morirme que ya no me
animaba a hacerlo en mi casa- y cuando llegaron la
ambulancia y la policía entendí que esa vez iba a tener
que elegir entre dejarme curar o convertirme en un
delincuente. Ya me habían arrestado muchas veces, y
después me habían liberado bajo fianza, pero esa vez no
iba a zafar tan fácilmente... Vuelvo a verme tendido en
el suelo, con toda esa gente alrededor mío,
absolutamente en sus cabales. Yo estaba inconciente,
pero guardo el recuerdo preciso de esas voces que
decían: "Creo que lo perdimos. Este no se despierta
más." Y yo, interiormente, les respondía "No,
idiota, no me perdiste. El pequeño Dave todavía no ha
dicho su última palabra".
¿Qué recuerdo tenés de tu último paso por una cura de
desintoxicación?
Era absolutamente espantoso. Tuve la sensación de que me
moría todos los días durante dos meses. Dolores
inimaginables en el vientre, momentos de pánico
terribles... Acabo de pasar siete meses son tocar
ninguna sustancia, y eso ya es una victoria
extraordinaria. No tengo que ceder a ninguna tentación:
ni siquiera un solo porrito o un caso de vino, mientras
que a mi alrededor todo el mundo consume ese tipo de
cosas. Estoy completamente limpio, ni siquiera tomo
metadona. Pero es muy duro en la vida diaria. Por eso no
quiero pensar en el futuro: llegar hasta esta noche ya
es un desafío bastante grande. Siempre llevo encima una
lista de números de teléfono a los que puedo llamar si
necesito ayuda. Personas que vivieron lo mismo que yo,
que no me tratan diferente porque soy un cantante de
Depeche Mode, sino que me hablan como a uno de los
suyos. Y de todas maneras, no tengo elección: sino que
me hablan como a uno de los suyos. Y de todas maneras,
no tengo elección: donde quiera que vaya, en todo el
mundo puedo ser sometido a un examen de orina. La
justicia norteamericana puede pedir que me encarcelen
inmediatamente, en el país que sea, si me encuentran en
menor rastro de una sustancia cualquiera. Eso también me
ayuda a aguantar.
¿Te sentís listo para salir de gira, para sumergirte
en ese universo en el que las tentaciones son diarias?
Depeche Mode no saldrá de gira hasta el año que viene, y
para entonces habremos vuelto a convenir algunos
reglamentos internos. Vamos a tener que seleccionar un
poco mejor la gente que nos acompaña. No podemos volver
a caer en los excesos de nuestras últimas giras, sobre
todo de las que siguieron a Violator y Songs
of faith and devotion. El grupo se había convertido
en un psiquiátrico ambulante. Entre otras cosas, decidí
no volver a vivir nunca más en Los Angeles para
escaparme de ciertas personas. Todos los dealers de
Hollywood saben dónde encontrarme, la ciudad se tornó
inhabilitable para mí. Hacia el final, nunca salía de mi
casa sin llevar conmigo un revólver oculto debajo de la
camisa. Tenía miedo de que me mataran, miedo de ser
secuestrado. Un montón de veces me robaron todo, y lo
peor es que la mayor parte de las veces me importó un
carajo. Lo único que contaba era conseguir droga. Anduve
dando vueltas por lugares inconcebibles, a los que ni
los dealers van, para tratar de aprovisionarme. Estaba
loco, completamente inconsciente. Cuando me acuerdo de
esos momentos en que daba vueltas solo, sin ninguna
protección, por los peores lugares de Los Angeles, me
digo que en verdad sobreviví a una historia increíble. T
también que, si caés tan bajo, solo la obligación
absoluta de sobrevivir te puede sacar de ahí. Tuve una
suerte demencial y estoy condenado a recordar eso por el
resto de mi vida. Porque salvarse de esa manera, después
de haber pasado tan cerca del abismo, eso te pasa una
sola vez en la vida.
|
|