»

Ubicación actual:

Inicio | Archivos | Texto | Prensa | Dark Side Of The Mode

Argentina Mode en InstagramActualizaciones del SitioArgentina Mode en InstagramArgentina Mode en TumblrArgentina Mode en Google+Argentina Mode en YoutubeArgentina Mode en TwitterArgentina Mode en Facebook

 


Dark Side Of The Mode
Entrevista a: Dave Gahan
Revista: Los Inrockoptibles
Por: Emmanuel Tellier
Fecha: Mayo de 1997

Sub-Navegación «
Recortes Periodísticos

Conferencias/Anuncios

Entrevistas

Galería de Imágenes

Radio

Lanzamientos

Video clips

Conciertos

Documentos

Exclusivas

Electronic Press Kits
Proyecciones - Tours

Versiones Bare

Presentaciones en TV

 

 

Imágenes


 

 

 

 

Transcripción


Dark Side Of The Mode
Conocíamos a Depeche Mode por sus sólidos montajes electro-pop y por su sentido de la puesta en escena. Nunca habíamos imaginado que detrás de esta imagen apacible se tramaba también una tragedia: la lenta decadencia de Dave Gahan, icono a pesar suyo y cantante junkie a la deriva. Coincidiendo con la salida de Ultra, en cantante de Depeche Mode revisa con una impresionante honestidad su trayectoria pesadillesca.


No recuerdo nada de los primeros seis meses de la grabación del disco. La mayor parte del tiempo ni siquiera estaba presente en los estudios. Estaba en mi casa, en Los Angeles, o en una cura de desintoxicación en una de las numerosas clínicas californianas que tuve el privilegio de visitar recientemente... Creo que tenía una vaga idea de que el trabajo avanzaba, y también era conciente de que estaba frenando a Depeche Mode. Cuando terminaron con la grabación de las partes musicales, los otros no hacían más que dar vueltas por el estudio, y eso los ponía locos. Pero no me llamaban ni mostraban ninguna señal de impaciencia. Dejaban que me las arreglara solo con mis problemas con la droga. De hecho, recibí muy poco apoyo de Depeche Mode durante las horas más terribles de mi crisis. Como si hubieran subestimado lo que me estaba pasando. "Cuando termine con sus pelotudeces va a venir a cantar sus partes." (se hecha a reír)... Martin y Fletcher eligieron vivir como si no me hubiera pasado nada grave y entiendo que hayan elegido esa opción, aunque me parezca cobarde, estúpida. De todas maneras, yo estoy todo blindado: soy una verdadera roca.
¿Te preocupás por sus propias dificultades: la fragilidad nerviosa de Fletcher, los problemas de salud de Martin Gore?
Al revés que ellos, no tengo miedo de decir que la vida en el seno de un grupo como Depeche Mode puede traer consigo cosas horrendas, espantosas. No podés pasarte tantos años haciendo este trabajo, sin duda el más pueril y pretencioso del mundo, y construirte un carácter equilibrado, saludable. Suelo comparar a Depeche Mode con un monstruo, una bestia potente capaz de transforma a la gente, de corroer los espíritus. Martin y Fletcher sin duda tienen la impresión de ser gente normal, protegidos de los problemas causados por el éxito. Yo no.
¿Que efecto tuvieron con tus dificultades con las drogas en el funcionamiento del grupo?
Lo que quedó patas para arriba -de manera más bien silenciosa y discreta- fue nuestro pequeño confort burgués. Durante años, Depeche Mode funcionó sin que nunca se cuestionara nada. Era un asunto que marchaba bien, un pequeño negocio rentable, con sus reglas, sus acuerdos internos. Y de pronto todo se vio despedazado por lo que pasó en mi vida privada. Después del disco Violator, probablemente la época en que las drogas comenzaron a dominar mi vida, nuestras pequeñas reglas fueron puestas a prueba. A partir de ese momento fue necesario hablarse, debatir, planificarlo todo según mi estado de salud. De pronto, nadie creía en Depeche Mode. Nos creíamos incapaces de mantenernos productivos durante ese estado de crisis, no le veíamos salida. El equilibrio íntimo del grupo estaba roto, el barco hacía agua por todas partes. Hubiera bastado que uno de nosotros perdiera pie para que todo el resto se hundiera con él. Eso demuestra que Depeche Mode ya no era un edificio sólido, preparado contra los golpes, sino que nos habíamos convertido en una vieja maquina oxidada, lista para pasar a mejor vida. Creo que necesitábamos una buena patada en el culo. Y tengo la sensación de que en el curso de los dos últimos años Depeche Mode progresó más que en una década. Fue necesario que yo estuviera a un par de centímetros de la muerte para que llegáramos a esto. No necesito ninguna excusa para explicar lo que hice, asumo totalmente la responsabilidad de mis errores. Pero paralelamente me gustaría implicar al resto de los miembros del grupo en mi historia. Quiero hacerles entrar en la cabeza que sin estos dos años de caos, a la deriva, indudablemente Depeche Mode hoy no existiría más.
¿Los lazos que unen a los miembros del grupo son tan fuertes como antes?
Tal vez sean menos intensos, pero más adultos. Como si nos despertáramos después de dormir diez años; como s de un día para otro nos volviéramos extraños y dejáramos de conocernos. Nos observamos mutuamente, manteniéndonos un poco a la defensiva. Nos decimos que los otros envejecieron súbitamente, que estamos muy lejos de la época en que formamos el grupo, cuando éramos chicos, en Basildon. Parece como si estuviéramos en una playa desierta después de una enorme tormenta. Es a la vez el momento del balance y el momento en que nos decimos que construirlo todo. Pero por el lado artístico, nos sentimos mucho más motivados. Nos decimos que no tenemos derecho a estancarnos después de este tipo de renacimiento.
Generalmente, a los grupos que están en su posición se les reprocha no correr ningún riesgo y apostar únicamente por sus viejos logros. ¿Pensaban en eso antes de grabar Ultra, su décimo disco?
Lo que la gente no entiende es que los grupos como el nuestro están mal ubicados como para identificar o analizar esos pretendidos logros, esas recetas que se supone que cada vez volvemos a utilizar. La única cosa de la que estoy seguro es que la mayor fuerza de Depeche Mode siempre estuvo en la unión de mi vos con las canciones de Martin Gore. Depeche Mode es eso: ese matrimonio, ese encuentro.
Y no se puede hacer nada contra ese tipo de alquimia física. Fue ella la que nos permitió atravesar la crisis. Si no, el grupo me hubiera echado hace bastante tiempo por mis problemas con las drogas. Mientras Martin y yo estemos en el grupo, el sonido de Depeche Mode será siempre el mismo. Pero soy conciente de los límites de un funcionamiento artista, egoísta. Estoy seguro de que nuestra forma de escribir y de grabar se resistió mucho por nuestra obsesión por mantenernos independientes. Durante mucho tiempo pensamos que éramos más fuertes que el resto de la gente, que nadie más que Depeche Mode sería capaz de poner en escena la música de Depeche Mode. Fue necesaria la explosión de la escena dance y de todas las posibilidades del remix para que abriéramos las puertas de nuestra casa. Para mí, son esas dos explosiones -la que destruyó mi vida privada y la que redefinió el trabajo de producción- las que le permitieron a un grupo como el nuestro, envejecido, esclerótico, reconstruirse sobre bases saludables.
El riesgo pasaría entonces por la apertura a otros sonidos, a otras músicas. Pero ahíexiste otro riesgo, el de caer en forma de conformismo: la opción de remixarlo todo, la excusa del trabajo en grupo.
En eso hay un autentico peligro: le das las llaves de tu casa a un remixador y después, dos meses más tarde, te das cuenta que acaba de hacer exactamente el mismo trabajo para otros tres grupos. Para evitar eso, me gustaría invitar a gente menos común que los eternos especialistas tecno. Me encantaría trabajar con Billy Corgan o volver a hacer algo con Butch Vig, que ya produjo In Your Room. Tengo mucho miedo de caer en el cartel del modernismo dance, limitado y peligroso. Pero para grabar Ultra era necesario correr el riesgo de compartir. Así que construimos un verdadero equipo alrededor de Tim Simenon, delegando algunas partes del trabajo. Escuchamos mucho, cuestionaos una serie de ideas que teníamos, aceptamos sugerencias que venían de afuera. Es así como se evoluciona: basta con mirar a U2 con Brian Eno y Flood. Veo muchos puntos en comun entre U2 y nosotros. Para los dos grupos lo más importante es antes que nada destruir para volver a construir.
¿Sentís que estas en un grupo que progresa?
Yo veo las cosas desde adentro. sé que trabajamos muy duro para progresar. Pero puede que esté completamente ciego en cuanto a nuestra imagen pública -después de todo, no sería el primer de un grupo de rock incapaz de ver lo que está sucediendo a su alrededor. Ignoro si pertenecemos a un movimiento, si hay grupos que reivindican nuestra influencia. Probablemente sé menos de Depeche Mode que un pibe que nos descubrió el año pasado.
Para situar al grupo, ¿nunca tuviste la tentación de escuchar tus primeros discos o consultar los libros que hablan de ustedes?
No, yo vivo al día. Eso es verdad tanto para Depeche Mode como en mi vida: nada de remordimientos por el pasado, nada de promesas para el futuro. Sólo ese inapresiable sentimiento de estar vivo ahora... Hay gente que quiere que yo sea capaz de jurar que voy a seguir vivo dentro de cinco años, que voy a ser un buen padre de familia. Pero soy incapaz de prometer nada, proyectarme al futuro me pone loco. Empecé a meterme en las drogas por eso, porque me sentía todo el tiempo vijilado y juzgado. Para escapar de esa presión de lo cotidiano, del juicio social. Quería hacer otra cosa, ser otra cosa, yo no quería ser considerado como una persona responsable, adulta. Sentirme libre, al margen de los otros y de su mirada. Y hoy quieren meterme de nuevo en ese molde. Por más que yo grite que necesito que me dejen un poco más de tiempo, las presiones se vuelven cada vez más pesadas. ero no tengo la menor intención de volver al lugar de donde vengo.
¿Sentís que esa historia era inevitable?
Mi problema con las drogas no empezó ayer. Empecé a flirtear con el hasch y con las anfetaminas cuando tenía 12 años, después probé cocaína a los 14. Así que sabía a qué atenerme, me había preparado mentalmente durante años para esa de decadencia. Antes de llegar a la sobredosis, es como un largo descenso al infierno, peldaño a peldaño. En mi caso, mi liberación llegó al final de siente años de heroína. Necesité siete años para que la droga acabara mi salud y me dejara definitivamente tirado en el suelo. Antes de eso, la decadencia fue larga y viciosa. En la vida diaria, nunca llegás a tener la impresión de estar hundiéndote. Tu cuerpo está tan habituado a vivir con la droga que cuando te la inyectás, no pasa nada espectacular, solo esa vaga sensación de estar en tu estado normal. Sobre el final, en Los Angeles, ya no podía ocultar nada. No tenía forma de disimular nada frente a mis amigos, mi madre o los miembros de Depeche Mode -que seguían trabajando sin mí. Solo en los días que precedieron a mi última sobredosis tomé conciencia de lo que me estaba pasando. Entonces supe o que me moría o que dejaba la droga por completo. Había llegado a prepararme mezclas de coca y de heroína, porque por separado, ya no tenían ningún efecto sobre mi cuerpo. Esa mezcla se llama red rum. Un nombre que también se puede leer de atrás para adelante.
¿Tomaste vos solo la decisión de dejar la droga?
Era incapaz de hacerlo. Ya lo había intentado una media docena de veces -a pedido de mi madre, de mi ex mujer, de mi hijo de cinco años e incluso a pedido del grupo hace tres o cuatro años-, pero todas las veces me había ido del centro de desintoxicación antes de terminar el tratamiento. Mi problema siempre fue la plata: a los otros junkies les cuesta bastante procurársela, siempre están tratando de conseguirla, mientras que yo podía pegarme la mejor droga del mundo con un simple chasquido de dedos. Me bastaba con volver a la calle y cinco minutos más tarde gastaba miles de dólares en heroína. Por más que me prohibieran ver a mi hijo Jack, eso no cambiaba nada en mi problema. No me importaba nada más en mi vida. La única salida para un junkie en la dase terminal como yo es una orden judicial. Eso fue lo que me salvó. Mi última sobredosis tuvo lugar en un hotel de Hollywood -tenía tanto miedo de morirme que ya no me animaba a hacerlo en mi casa- y cuando llegaron la ambulancia y la policía entendí que esa vez iba a tener que elegir entre dejarme curar o convertirme en un delincuente. Ya me habían arrestado muchas veces, y después me habían liberado bajo fianza, pero esa vez no iba a zafar tan fácilmente... Vuelvo a verme tendido en el suelo, con toda esa gente alrededor mío, absolutamente en sus cabales. Yo estaba inconciente, pero guardo el recuerdo preciso de esas voces que decían: "Creo que lo perdimos. Este no se despierta más." Y yo, interiormente, les respondía "No, idiota, no me perdiste. El pequeño Dave todavía no ha dicho su última palabra".
¿Qué recuerdo tenés de tu último paso por una cura de desintoxicación?
Era absolutamente espantoso. Tuve la sensación de que me moría todos los días durante dos meses. Dolores inimaginables en el vientre, momentos de pánico terribles... Acabo de pasar siete meses son tocar ninguna sustancia, y eso ya es una victoria extraordinaria. No tengo que ceder a ninguna tentación: ni siquiera un solo porrito o un caso de vino, mientras que a mi alrededor todo el mundo consume ese tipo de cosas. Estoy completamente limpio, ni siquiera tomo metadona. Pero es muy duro en la vida diaria. Por eso no quiero pensar en el futuro: llegar hasta esta noche ya es un desafío bastante grande. Siempre llevo encima una lista de números de teléfono a los que puedo llamar si necesito ayuda. Personas que vivieron lo mismo que yo, que no me tratan diferente porque soy un cantante de Depeche Mode, sino que me hablan como a uno de los suyos. Y de todas maneras, no tengo elección: sino que me hablan como a uno de los suyos. Y de todas maneras, no tengo elección: donde quiera que vaya, en todo el mundo puedo ser sometido a un examen de orina. La justicia norteamericana puede pedir que me encarcelen inmediatamente, en el país que sea, si me encuentran en menor rastro de una sustancia cualquiera. Eso también me ayuda a aguantar.
¿Te sentís listo para salir de gira, para sumergirte en ese universo en el que las tentaciones son diarias?
Depeche Mode no saldrá de gira hasta el año que viene, y para entonces habremos vuelto a convenir algunos reglamentos internos. Vamos a tener que seleccionar un poco mejor la gente que nos acompaña. No podemos volver a caer en los excesos de nuestras últimas giras, sobre todo de las que siguieron a Violator y Songs of faith and devotion. El grupo se había convertido en un psiquiátrico ambulante. Entre otras cosas, decidí no volver a vivir nunca más en Los Angeles para escaparme de ciertas personas. Todos los dealers de Hollywood saben dónde encontrarme, la ciudad se tornó inhabilitable para mí. Hacia el final, nunca salía de mi casa sin llevar conmigo un revólver oculto debajo de la camisa. Tenía miedo de que me mataran, miedo de ser secuestrado. Un montón de veces me robaron todo, y lo peor es que la mayor parte de las veces me importó un carajo. Lo único que contaba era conseguir droga. Anduve dando vueltas por lugares inconcebibles, a los que ni los dealers van, para tratar de aprovisionarme. Estaba loco, completamente inconsciente. Cuando me acuerdo de esos momentos en que daba vueltas solo, sin ninguna protección, por los peores lugares de Los Angeles, me digo que en verdad sobreviví a una historia increíble. T también que, si caés tan bajo, solo la obligación absoluta de sobrevivir te puede sacar de ahí. Tuve una suerte demencial y estoy condenado a recordar eso por el resto de mi vida. Porque salvarse de esa manera, después de haber pasado tan cerca del abismo, eso te pasa una sola vez en la vida.
 

 

 
 

Todos Los Derechos Reservados © 2005 | Home

Webmaster | Créditos | Arriba