Transcripción |
Depeche Mode en el Único de La Plata:
Bailando en la penumbra
Depeche Mode, un gran show pero a media luz
Bailarín en la oscuridad podría titularse la
tercera venida de Depeche Mode en la
Argentina. Pero no es un homenaje -en modo
masculino- a la película de Lars von Trier,
que tenía a Björk como protagonista. No,
podría ser una digna metáfora del movedizo
Dave Gahan sobre un escenario en donde los
tonos violetas, rojos y azules contrastaron
con un serio problema: la pantalla central
del escenario y las laterales no funcionaron
durante el 90% del show. Un papelón.
Es 2018 y la tecnología de shows para
estadios, sobre todo en el aspecto visual,
podría tornar esto como ejemplo de algo
imperdonable -grave-, sobre todo si se tiene
en cuenta la alta vara artística del grupo
en escena: Depeche Mode. ¿El motivo de tan
grueso error técnico? Por el momento es una
incógnita.
Al cierre de esta edición (3 de la mañana
del domingo) desde DG Entertainment -empresa
del productor Daniel Grinbank, responsable
en organizar el concierto- no se emitió un
comunicado al respecto. Y no fueron pocos
los que, al finalizar el show, pusieron el
grito en el cielo (y en las redes sociales)
al ver que se prendían las luces del estadio
y se veían las indicaciones de evacuación,
nítidas en las pantallas gigantes del
recinto. En fin, pasemos a lo estrictamente
musical.
Antes del concierto de Gahan-Gore-Fletcher y
cía. fue el turno de la presentación de
Juana Molina. A tono con las primeras gotas
que caían desde el cielo (y que mutó a una
leve garúa por momentos de la noche), la
solista nacional se mostró en escena con un
vestido que cubría a otro, hecho de plástico
burbuja. Con muchos graves, que saturaba por
momentos, y una voz etérea que se perdía por
los rincones del Estado Unico La Plata, la
propuesta indie, folk y con toques ambient
no cuajó con el numero principal. El publico
demostró cierta hostilidad hacia Molina,
matizado con tibios aplausos y algunos
gritos reprobatorios. Fue un acto soporte
más cercano al fogón y la meditación, que al
de una noche 100% new wave y synth pop.
No por nada, los sonidos del entreacto fue
una cruda sesión de música techno que fue
calentando el ambiente del Estadio Unico de
La Plata, que lució lleno en casi su
totalidad. Se apagan las luces y suena
Revolution de The Beatles, que antecede el
concierto. Depeche en puerta.
Una paso, otro paso; una imagen multicolor y
abstracta en pantallas sirve como decorado,
mientras Dave Gahan (bigotito anchoa y look
retro) comienza a cantar desde una de las
tarimas traseras del escenario, entonando
Going Backwards del disco Spirit, álbum del
cual interpretaron dos canciones más (Cover
Me y Where´s The Revolution), sinónimo de
una banda repleta de hits que puede colar su
reciente trabajo sin miedo al que dirán.
Un comienzo musical algo frío, sumado a un
bajo volumen que conspiró contra el poder de
las canciones durante buena parte de la
noche encontró parte de la solución en la
experiencia de Dave Gahan, para ponerse la
velada al hombro con su voz y performance,
sin mirar hacia los costados ni reparar en
los inconvenientes técnicos. Un detalle: ni
él ni sus compañeros acusaron recibo de los
silbidos y el descontento de los que estaban
ubicados más lejos del escenario (campo
general, popular o plateas traseras).
Gahan se agacha y deja ver la forma de sus
glúteos ante el público en el primer tema de
la noche. Durante casi toda la velada,
protagonizará un baile alado, extendiendo
los brazos y dejándolos flamear, mientras
sus piernas se mueven rápidamente de un
costado al otro como suspendido en el aire.
El estado físico y carisma de Gahan, muy
lejos están de los 55 años que acusa.
Para It´s No Good, Dave da vueltas sobre su
eje -ya sin su saco borravino encima- y deja
ver tanto su clásico chaleco y brazos
tatuados. El tema en cuestión viaja al
corazón del disco Ultra, el álbum más
interpretado de la noche, que impregnó de
oscuridad musical el encuentro. Luego,
siguió Barrel of a Gun, otro de los hits de
ese álbum de 1997, con muchas luces
estroboscópicas y la base densa y
electrónica, sello electrónico del combo de
Basildon (Essex).
Pero entre una canción y la otra, las
pantallas dijeron basta, y entonces la nueva
llegada a Argentina del grupo británico
-luego de su paso por Vélez en 1994 con el
Exotic Tour, y el Club Ciudad de Buenos
Aires en 2009 con el Tour of the Universe-
no volvió a ser lo mismo para gran parte del
público.
"¡Good evening Buenos Aires!", saluda Dave,
antes de dar comienzo a A Pain That I´m Used
To (el toque a Playing The Angel), en dónde
el pulso grave de las cuerdas y los climas
oníricos se apoderan de los sonidos al igual
que en Useless, marcando el sello Ultra, de
la velada.
El primer salto emotivo de la noche llega
con Precious. La guitarra de Martin Gore
comienza a oírse con fuerza, mientras Gahan
sigue bailando en la oscuridad durante ese
gran tema del disco Violator: World in My
Eyes. Piel de gallina cuando Gahan entona el
estribillo, con esa voz profunda y cavernosa
que lo impulsó a la cresta de la ola new
wave y el synth pop de los años ´80.
En Cover Me, Gahan pregunta: "¿Cómo la
estamos pasando?". Y no parece comprender
los muchos silbidos que recibe por
respuesta. Él se golpea el pecho y baila
sobre una de las pasarelas.
Gore se luce vocalmente con la emotiva
Insight, primero, y luego con Home.
Entonces, ¡el milagro! Aparece la figura de
una casa en la pantalla central y parece que
todo se solucionará. Apenas una mera
ilusión. Ya en In Your Room y Where´s The
Revolution se ven las imágenes en las
pantallas laterales, pero no en la central.
Where's... deja en evidencia que Spirit no
es un sonido para las masas, a diferencia de
Stripped (tarareado infinitamente en La
Plata) como el tan festejado Everything
Counts, lo más retro, pop y bolichero de su
repertorio en vivo.
La gente corea este hit de Construction Time
Again (1983), mientras Dave se acerca a la
punta de la pasarela, tira besos a su gente,
saluda y pida que movamos las manos. Nadie
desobedece. La Plata es una ovación completa
que se engarza con Enjoy the Silence y la
presentación de Gahan hacia "Mr. Martin Gore".
Aplauso cerrado.
La intensidad sube con la eterna intro de
Never Let Me Down Again, y el Único de La
Plata es un salto viviente. Llegan los bises
(siguen los silbidos) y asoma una de las
sorpresas de la noche, con Strangelove ya
que, al igual que en toda la gira Global
Spirit, no será cantada por Gahan sino por
Martín Gore (¿un descanso para las cuerdas
vocales de Dave?), y le cortan la adrenalina
al show, al ritmo del piano. Una decisión
algo polémica por parte del grupo de Essex.
Walking In My Shoes va desgranando la parte
final, para luego dejarle lugar a una de las
partes más paleras, rockeras y gancheras de
la noche, con A Question of Time (Black
Celebration, 1986) dónde la inercia del show
es total para dejar servido en bandeja esas
exhalaciones electrónicas que dan comienzo a
Personal Jesus.
El cierre, marcado marcialmente con la
guitarra de Gore y el sintetizador de Andy
Fletcher (de impecable trabajo), deja
latiendo en el aire la frase "extiende tu
mano y toca la fe", que resonará como eco
new wave en el Unico. Extasis total y
amenaza de lluvia, hecha realidad, apenas se
prenden las luces del estadio...¡y las
pantallas del recinto!
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